viernes, 20 de noviembre de 2009

El ostentoso recurso de la planosecuencia

Detengámonos a pensar un instante. Vemos. Somos seres visuales, homo videns, el 80% de la información que procesamos proviene de los ojos.

Hace rato veía una escena de Goodfellas (1990). Ray Liota entra con su chica, la futura Dra. Melfi de Los Sopranos. Él es un mafioso italoamericano, que detiene su auto frente al restaurante Copacabana. Entra por la cocina, evade a algunos meseros, cocineros, un ejército de personas, entra al área de restaurante y se la ha pasado saludando, y la gente le hace reverencias. Él reparte propinas de 20 dólares a diestra y siniestra, mientras va con su chica, tomada de su brazo, encantada. Los meseros se apuran a improvisarle una mesa, igual de bien decorada como cualquier otra, con una pequeña lamparita eléctrica. Dos sillas, a un metro de la pista donde se prepara una variedad musical. Sus colegas lo saludan del otro extremo de la pista, y le envían una botella.

Todo este recorrido a tenido un tercer acompañante: una cámara, que no ha hecho un solo corte.

Sólo queda decir que el cine utiliza este recurso para enfatizar situaciones, haciéndonos ver la narrativa cinematográfica como aquella narrativa inherente al hombre, y que se va contando a sí misma una historia, todos los días, mientras vivimos nuestras vidas, así, sin cortes. Y por supuesto, sin guiones.


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