sábado, 27 de noviembre de 2010

Espejo roto

El hombre es un ser que ve poco de sí mismo. Pasa la vida tratando de conocerse y sueña a veces con verse desde fuera, de poseer la clase de certeza que viene con el razonamiento de una idea simple y poco humana.

Creo que esa certeza matemática es imposible, como desprenderse de uno mismo y observarse por algunas horas, tal vez dormido, escuchar los propios ronquidos, verse uno enojado o llorando, borracho, enamorado, triste, solo, caminando, hablando.

Es tan rara esta certeza que la voz propia siempre se escucha rara en una grabación. Nos cuesta trabajo reconocernos desde fuera. Esa objetividad nos aísla de nosotros mismos.

Solemos morir sin saber quiénes somos. Es cierto, nos vemos y nos reconocemos en el espejo, pero sólo vemos el reflejo de nosotros mismos, y en ese sentido sólo llegamos a conocernos por deducción.

Siempre ajenos a nuestra propia imagen. Condenados. Ni siquiera sabemos al principio si somos atractivos o repulsivos, eso lo entendemos mucho después, cuando aprendemos cosas sobre el otro género, más nunca lo deducimos por nosotros mismos.


0 comentarios: