El cielo se viste de lunto una vez más.
Aquí estamos los lobos, esperando el entierro
y el sacerdotte aparece ya por la tarde,
profesando tinieblas,
moviendo las nubes que le oscurecen y aúllan.
El suelo vibra y los mares crecen.
Los misterios empujan
y todo se hunde.
Un día, el rocío,
quizás otra noche.
De mantos negros y diamantes, retoño,
posándose en el féretro lejano,
mas bien dormido.
Los contrastes se avivian,
el sol se reenciende.
Las nubes insinúan ser de fuego,
calientan la tierra y aullentan a la luna.
El mar se esconde en sus aguas,
los misterios se hunden.
Los lobos huímos,
hacia el otro lado del cielo.
1997-1998
miércoles, 19 de agosto de 2009
Nox (de "De hojas amarillas")
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