Gracias Juanito por hacerme sonreir!

Previo agradecimiento a Jorge X, por recomendarme el podcast donde entrevistan al director de Nic México, y otros agradecimientos a quienes han también despotricado en contra de este asunto y bestias de la misma especie o tronco común, prosigo con mi más profunda admiración a Juanito.

Juanito, cuyo nombre real es Rafael Acosta, es un pobre diablo en una dimensión de gusanos, nos chamaquió a AMLO y me ha dado tanta pero tanta felicidad, que creo es la primera cosa digna de ver en las noticias desde que dijeron que los mexicanos somos grandes amantes (de nada).

Por si algún no-chilango y/o no-mexicano lee esto: Juanito es el delegado (algo casi igual a un presidente municipal) de Iztapalapa, una de las zonas más verdaderamente jodidas de la Cd. de México. Fue electo como en cualquier otra democracia.
Lo que sólo podría pasar en México es que en plena campaña se declaró abiertamente que renunciaría, a instrucción de su líder y padrino político, Andrés Manuel López Obrador, para dar lugar a alguien más, pero asegurando la victoria para el grupo político.
Al ganar, legítimamente, aceptó que renunciaría, que sólo estaría un mes, para cobrar su sueldo y saldar algunas deudas, y que después renunciaría. Así, sin más.

Su biografía es casi surrealista. Ex actor de ficheras, ex desnudista, ex luchador, madreador profesional, comerciante ambulante: ese es Juanito, el hombre elegido por Andrés Manuel López Obrador para profundizar el cisma perredista en Iztapalapa y sobre el que podría recaer el futuro de una delegación con más de 3 millones de habitantes. (Milenio)

En fin, Juanito no renunciará. El hecho de ser el gato de AMLO es delesnable, lo más bajo que se puede llegar a caer, pero ser el gato y revelársele, es un poco rescatable. Además, LEGALMENTE es el delegado electo, y eso ni dios lo quita, ni siquiera en la basílica misma!

La política apesta, pero yo sí creo que este ya es el último año del sistema de partidos. Cada 100 años, a reinventarse se ha dicho. Creo es por eso que me emociona tanto el bicentenario, independientemente de mi reciente afición por la historia de México.