martes, 15 de septiembre de 2009

Minusválido

El único minusválido real
es aquel que no puede amar.
¿Pero qué hay de aquellos que no desean querer,
que tienen vértigo a ser queridos,
que tienen miedo?

Yo no he sufrido nunca heridas
irreparables de amor,
aunque debo confesar que
me faltan algunos dientes,
que tengo la espalda arañada,
y que he perdido tres dedos de los pies.

Yo no estoy minusválido de amor,
porque, aunque cojo,
a veces a rastras,
estoy dispuesto a sangrar al día siguiente,
a una nueva cicatriz,
al otro estúpido poema,
con el que me manden al diablo,
por cursi o por hablador.

Yo sé que a este ritmo
tal vez pierda las piernas
pero mientras me quede aliento,
e ingenio,
en algo pensaré, hasta mi muerte.

Yo no entiendo a los que no quieren querer,
pero les digo, minusválidos,
para los que no hay asilo,
sino el silencio.

Ahora cállense, y déjenme en paz.



(pinche yo)

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